lunes, 29 de noviembre de 2010

Ahora

Las transformaciones no son más que fracciones de una gran cordillera de experimentos e intentos, que más tarde nos servirán como brújula a nuestro comportamiento. Nuestra esencia virgen estará siempre ilesa e incólume, impenetrable. Hace falta ensuciar y embellecer la identidad, empañar e idealizar el carácter, el estilo. Distinguirnos como celebridad en cada historia, al fin de al cabo somos protagonistas y amos de nuestro proceder. Tenemos en la mano la supremacía de arbitrar el tráfico de cada maniobra, cada palabra y cada tarea nuestra. Aún así recordar el pasado y predecir el futuro forman parte de una tradición humana, dejando al presente turbio y vidrioso. 
El miedo al mañana es la postración de nuestros proyectos. La desconfianza al tiempo y el retraimiento a los cambios. 
Los cambios llevan al progreso, al desarrollo, al crecimiento. Nada es más emocionante que descubrir al universo y desnudar las posibilidades. Desvestir a la naturaleza y conocer, sentir, saber, entender. La vida engendró innumerables travesías y sendas por las que si quisiéramos, podríamos caminar. Si quisiéramos, tan sólo si quisiéramos. Nos crearon con la destreza de recorrer y la idoneidad de saborear cada sentimiento; desperdiciarlo sería una lástima.
Jamás nos va a alcanzar una sola vida. 

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