sábado, 29 de enero de 2011

La realidad, a flor de piel

“Te estás perdiendo de mucho” le repetían. Sin embargo, ella aseguraba que placer y conmoción sobraban en su vida. Acostumbraban a sermonearle razas de moral, clases de consecuencias y hasta la menospreciaban por no haber amado. Ella tenía una única respuesta a cualquier crítica: libertad. Solía explicar cómo la gente confundía el egoísmo con la independencia, y cómo la subordinación era malévola e indiciosa a grandes rasgos. “No estoy esquivando al amor, si no eludiendo a una adicción. El sentimiento de amar está tan dilatado y engrandecido por la sociedad, que lo volvieron indefectible e irremplazable. Por ello mujeres y hombres sufren; porque el sistema lo cree vital y esencial para la supervivencia”. Al pronunciar sus desabridas explicaciones, nunca borraba su sonrisa pícara ni dejaba de lado sus movimientos antipáticos y avaros. Siempre estaba bien vestida, y de buen humor.
-          Entonces… no hay prejuicios ni pérdidas en tu vida. No existe el olvido, porque tampoco la memoria. Ni el ayer, ni el mañana-
-          Pareces entender rápido. Existe solamente el hoy –
-          Qué emocionante. No hay daños, ni extravíos, ni desniveles –
-          Es verdaderamente emocionante, aunque no lo creas. Me han personificado como la indiferencia, el desafecto, la apatía como tal. La gente tiene el cerebro tan lavado, que misma su existencia lo medita y lo recapacita pero su psicología y su alrededor lo llevan al mismo lugar. La especie humana crea, para después aniquilar. Nada perdura para siempre, todo es creación. Inventos que claro, todos apuestan su vida a que existen porque… así lo dijeron, así lo impusieron.