- ¿Qué corre por esa cabeza? – pregunté.
- No me gusta que me veas así. Perdón – contestó.
- Pero… necesito saber qué te pasa –
“Le tengo miedo a tu libertad”, respondió.
- Tu manera de odiar la dependencia a los hábitos, a las personas, a las rutinas, a la subordinación de pensamientos, todo esas cosas que conspiran y maquinan el intelecto y enredan la razón, convenciéndonos de que “necesitamos de” para poder vivir. Miedo a tu pensamiento liberal. Miedo a que no me necesites… más - se explicó.
- Por eso te cuesta tanto vivir, porque todavía no deducís ni entendes el prestigio y la magnitud del ahora, aunque tengas con qué. Tratá de que la experiencia influya sin estorbar tu espacio, tu nueva oportunidad, tu instante. Porque a fin de cuentas, es exclusivamente tuyo. Estás ahora, acá… conmigo –
- ¿Y mañana? ¿Te vas a ir? –
- No sé. ¿Qué importa? –
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