lunes, 29 de noviembre de 2010

Ahora

Las transformaciones no son más que fracciones de una gran cordillera de experimentos e intentos, que más tarde nos servirán como brújula a nuestro comportamiento. Nuestra esencia virgen estará siempre ilesa e incólume, impenetrable. Hace falta ensuciar y embellecer la identidad, empañar e idealizar el carácter, el estilo. Distinguirnos como celebridad en cada historia, al fin de al cabo somos protagonistas y amos de nuestro proceder. Tenemos en la mano la supremacía de arbitrar el tráfico de cada maniobra, cada palabra y cada tarea nuestra. Aún así recordar el pasado y predecir el futuro forman parte de una tradición humana, dejando al presente turbio y vidrioso. 
El miedo al mañana es la postración de nuestros proyectos. La desconfianza al tiempo y el retraimiento a los cambios. 
Los cambios llevan al progreso, al desarrollo, al crecimiento. Nada es más emocionante que descubrir al universo y desnudar las posibilidades. Desvestir a la naturaleza y conocer, sentir, saber, entender. La vida engendró innumerables travesías y sendas por las que si quisiéramos, podríamos caminar. Si quisiéramos, tan sólo si quisiéramos. Nos crearon con la destreza de recorrer y la idoneidad de saborear cada sentimiento; desperdiciarlo sería una lástima.
Jamás nos va a alcanzar una sola vida. 

miércoles, 24 de noviembre de 2010

ARTE

Me miraste con ojos confiados a la luz del sol, en frente de un gran cuadro blanco que perseveraba tu inventiva. Buscabas inspiración en mí, pero yo sólo podía distinguirte y mirarte con efervescencia. Después de una sonrisa, volcaste tu creatividad en la atmósfera y volviste empíreo al momento. Quise incitarte a pintar, cuando me insinuaste que el arte iba más allá de que lo que se podía estampar en un papel.
Con maestría y destreza, maquillaste nuestras creencias plasmando una imagen repleta de premoniciones. Dibujaste huellas indelebles, sin dejar atrás tus retoques estéticos y exquisitos. Pusiste un sombreado distinto a cada evocación y mezclaste tonalidades en cada noción.
Noté como tu rostro estaba concentrado y dentro de la pintura. Creaste luminosidad donde yacía un lúgubre negro atribulado. Contorneaste la ternura y el dolor, por debajo de pigmentos y gamas de pasión.
Una vez construido el amor, te encargaste de adicionarle agudos y graves, armonías y ruidos. Lo volviste una enorme canción con claves opuestas y sonidos contradictorios. Llenaste de cromatismos las lagunas cóncavas y asociaste escalas de erotismo.
Cuando creí que terminabas, perfilaste matices diferentes en cada uno de los sentidos y los exploraste al máximo con cada parte de mi cuerpo. Rectificaste mi miedo a la decisión en cuestión de segundos, y combinaste mis planos dejándome encandilada. 

Campaña de un Solitario

Si engañar o fingir es desleal e ingrato, confiar es peor. La persona que inventa no es trasgresor; la persona que cree es la estúpida. Hermanos, aprendan a no confiar en nadie. Lo que creíamos tan importante, al fin de al cabo no lo es. Podemos vivir sin él. No te encomiendes, no te sometas, no entregues todo. Podemos hacer de la vida, algo más simple. Por eso, no confiemos.

Cortesana

Era puro en aquella bestia encantadora.
Si bien el deseo ajeno era su mensualidad, 
no representa incomunicación alguna. 
Aquella salvaje e ignorante bruta, 
necesitaba experimentar emociones de extraños. 
Aún amaba, no obstante era intolerante a la seducción.
¡Pobre bárbara inconsciente! Era el premio del juego, entre infinitos rivales. 
Como duele verla en brazos de la tentación.
¡Reina instintiva maquinal! Ya no eres más un capullo.
Mujer amante y consorte. Adonde mires, la encontraras.
Ojos color piélago, labios jergón de plumas.   

La mentira, una gran seductora

(...) Las almas vacantes miran al amor como un artículo de trastienda barata. Pero seamos realistas: el lenguaje… el pacto, las promesas ¿Qué valor usufructúan hoy? ¿Qué efectividad poseen? El dominio del vocablo, el vigor de la expresión. Aclaración: no se conviertan en el ser vengativo en el que me he convertido. Que miente, exagera, abulta e infla las palabras, con el fin de qué se vean más hermosas y creíbles en frente de quienes creo farsantes y difamadores. Es el día de hoy que los entiendo, y me sumo a su gran clan de mentirosos. La evidencia jamás será parte de nuestra sociedad, la sinceridad nunca será un trozo de nuestro mundo, la veracidad no será una pieza de nuestra comunidad, la certeza jamás tendrá una ración en la colectividad, la justificación nunca dejará de estafarnos y hasta la franqueza será cada día más chantajista. Ya han deformado nuestros conceptos. ¡Me rindo!

Enfermedad

Un mundo entre ella y yo. La hemos personificado como si fuéramos pequeños descendientes de ella, hijos del hambre. Abrir los ojos entre el alba y tocarnos el estómago, quien nos grita manutención. Se desvive por un desayuno de resarcimiento y revancha; aún así preferimos torturarlo… torturarnos. ¿Cuántos infieren esta inseguridad? Pocos, unos pocos. Inexperimentados hipócritas, nos creen dementes. Sí estamos enfermos, pero no vesánicos.
Alzar la mirada húmeda en sugestión y observarnos. Examinarnos, imaginarnos, meditarnos. Vomitando desperfectos y deformidades, y estimando nuestras partes ásperas y óseas.
Que nuestro reloj vocifere apetito y aprendamos a ignorarlo. El arte de aprender a desconocer, a desechar y desoír cada bocado de secuelas atroces. Aptitud, estilo. Disposición a la imperfección y destreza a la inmovilidad. Técnica de tolerar y astucia de soportar. 

Ego herido

(...) Pero apareció, como era previsto. Aquel ingrediente nocivo que tantas inseguridades me transmitió, y tantos universos me dibujó. El que me hizo bajar del precipicio y pisar la greda, aún pudiendo volar de vez en cuando. Un profesor de la justicia, de la dignidad. Los únicos ojos hipócritas a los que les creí, el único lago recóndito al que me animé a sumergir, el único trueque irreal que me comprometí a pactar. Creí, me ahogué, supuse, imaginé, consideré, di. Así y todo, me siento una principiante. Aún tropiezo con sus obstrucciones, aún me sigue gratificando con la misma pieza. Como si una categoría humana sobrepasara mis límites de altivez, como si una especie sabia e instruida devorara mis presunciones y se riera de mis hipótesis de la vida. 

Él mismo

A veces meditamos nuestra vida como una gran película de amor-drama, esquivando las imperfecciones y enmascarando los errores. Haciendo lo imposible para lograr aceptación, reconocimiento y en casos ególatras, la envidia. El ser humano por más disfraz que le inventes, es insaciable. Es tan estúpido que se queja de sus propias facultades y esencias, queriéndolas creer ajenas. Se lamenta de la crueldad consumada por su inherente especie y casi por naturaleza, encuentra diez veces más rápido la insuficiencia y la carencia, que la conformidad y la armonía. Imprevistamente las cosas más lindas de la vida son las que el ser humano es incapaz de alcanzar, lo imposible siempre será inminente y los sueños permanecerán en la lista de aspiraciones y deseos que ansiamos y pretendimos durante años. Lo inmejorable es aquello que atesoramos durante poco tiempo, lo inimitable es aquello que nos extirpan sin aviso, lo inconfundible es aquello que nosotros propiamente admiramos como único. Inmenso es el sentimiento de amar, aún más descomunal es el dolor de que te lo roben. Porque quiero creer que la soledad no es exorbitante ante nosotros, si no que nosotros no sabemos manejar nuestra negatividad. La evidencia jamás será parte de nuestra sociedad, la sinceridad siempre será un trozo pequeño de nuestro mundo, la veracidad no será una pieza de nuestra comunidad, la certeza jamás tendrá una ración en la colectividad, la justificación nunca dejará de estafarnos y hasta la franqueza será cada día más chantajista. El prestigio superficial hacia nuestros sentimientos es el primer indicio de amor que nosotros creemos. El amor liberal trae consigo lo aparente, que puede llegar a tener dominio sobre la necesidad corporal del ser humano. Hasta que la realidad nos golpea la cabeza, y nos damos cuenta de cuán magnificas pueden llegar a ser las palabras, cuán expresivo puede ser tu cuerpo sin necesidad de sexo y cuán grande es la influencia de la personalidad propiamente dicha. Que la combinación de todo puede ser insuperable ante los ojos de uno, y nuestro cuerpo responda de forma extraña e insólita. Que tus manos tiemblen, tus ojos lagrimeen y tus pensamientos den vueltas a la deriva. Que te saquen eso tan magnífico implica sufrimiento, que restringe nuestras expectativas o las extermina dolorosamente. El propósito de poseer algo por completo se derrumba, sin habernos dado cuenta antes que el mismo estaba sujeto al cambio, como la mayoría de los fenómenos. El dolor debilita nuestra capacidad de obrar, que se implanta con tal fuerza que nos oprime el corazón. El hombre puede sufrirlo, puede generarlo, puede convivir con ello o puede no soportarlo.
El ser humano creó universos que hasta él mismo no puede sustentar. 

Un instante

Cómo se aprenderán a describir situaciones que apenas podemos delinear con algunas palabras engorrosas. Encerrarnos en un mundo, una creación, un instante. Un cielo, un firmamento. La esencia de dos personas hecha una especie homogénea, que las órbitas pueden ver pero nunca tocar. Donde nadie puede tocarnos, ni herirnos. Encarcelados por nuestras propias emociones, y capturando cada porción de holgura. Casi absorbiendo la escasa fidelidad que hoy vemos niebla. Intercambiando azúcares y calores que van volviendo dóciles los labios, enardeciéndolos de pactos dulces y aguando las pupilas de conmoción. No es nada fácil dibujar una sensación de cohesión infinita, con rejas protectoras de clones foráneos. Donde somos invisibles a los ojos frívolos del mundo exterior. Engendrando muros que asolan la influencia y disuelven lentamente la tentación. Sin una palabra dejar que las manos disciernan y los besos descifren la amplitud y el volumen de cada sentimiento. Quizás no todos percibamos una misma realidad, quizá todos busquemos de diferentes formas el arte de vivir. Es complicado encontrar razones congruentes para explicar tan sólo un momento lujurioso. Sentir como un viento irreconocible barre mi alrededor, y aún estar firme en consistencia afectiva, sintiéndome predilecta y reina de sus sabores. Dama de sus idiomas y sedienta de sus placeres. Sorda a lo desconocido, y consentida. Cómoda en sus lágrimas, en la ligereza de su pulso.    

Cobardes nacimos

Cobardes nacimos, osadías nos inventamos. 
Desfiguramos el medroso extracto humano, 
y tan sólo lo coloreamos con valores vacíos que hoy nos dan el nombre de valientes. 
¿De qué coraje me hablan, perfumes apocados? 
Si las venas tiemblan en actos de destierro y clausura. 
Si el abandono nos puede engullir los brazos 
y el desabrigo corroer el hambre y el deseo. 
Si el desamparo nos comprime la garganta, 
si el posible futuro nos estrecha los ideales. 
¿De qué valentía me hablan, fragancias retraídas? 
Si el abandono nos deja los dedos quebrados y las uñas diluidas. 
Si las decepciones juegan con nuestras entrañas 
y beben sangre rabiosa de nuestro frágil espécimen.
¿De qué me hablan, criaturas ultrajadas, veneno impostor?.
 Desatendamos llamados embaucadores creyentes utópicos. 
Inauguremos la visión derrochada, somos la unidad frágil. 
Rey de la abulia, nos devora. 
Príncipe réprobo, nutre el poder de dolor. 
Maldito y rico en proveer recelo y aprensión. 
Soberano de las frustraciones, nos asola, nos quema.
Cobardes nacimos, con audacia nos presentimos.

Miedo a perder

Percibir utopías y aspiraciones en vida, seguir la tropical corriente afectiva sin revolver miradas al exterior. Pronosticar por miedo al descuido, predecir por temor al abandono. Estar rastreando entidades maestras, sondeando cada parte del cuerpo. Poder reconocer fragancias tersas y admirar posturas serenas. Saborear las expresiones, presenciar las reflexiones, meditar los pensamientos. Hacerse capaz de auscultar caricias y distinguir cada beso ilimitado.
Aún así temblar al poder perderlo todo. Creer en lo infinito y llorar al poder extraviarlo. Intentando levantarse, empezando a desviarse por radiantes extremidades que preferimos no dejarlas pasar. Intentando, y nada más que intentando.
Los propósitos dejan de ser sensatos, convertidos en dementes que disuelven la ilusión y la perspectiva. Las miradas engañadas de posibles soluciones comienzan a examinar los refugios, sabiendo aún que las eternas memorias absorben lo poco que queda de uno.
Llegar a sentir cómo lo constante y perpetuo, se descarrila entre las venas, quebrando los prodigios enternecimientos. Haber respirado de sus promesas y nutrido de su voz, arriesgando el espíritu y sometiendo el alma. Oscilar en un amor intacto e inmortal sobre el cuerpo. Haber dibujado formidables obras y haberse sustentado de frutos dulces e intrépidos. Fortaleciéndose con su boca e incitándose a través de sus dedos. Sentirlo interminable, y viviéndolo efímero y letal. Bebiendo pactos sumisos y dejando caer lágrimas por cobardía a no poder olvidar.
Haber amado tanto, y nunca haber podido olvidar. 

El secreto

Allí está el secreto. Un error por el que sacan turno, el cual polariza todas las mentes. El que aglomera los recuerdos y evalúa las posibilidades. El sistema siempre nos ha manifestado los límites de la moral, una serie de instrucciones para alcanzar una utópica felicidad. “La felicidad” ya se ha transformado en una ilusión, considerada erróneamente en una meta. La dependencia a aquellos hábitos, personas, rutinas, la subordinación de pensamientos, son los que conspiran y maquinan el intelecto y enredan nuestra razón, convenciéndonos de que “necesitamos de” para poder vivir. Recordemos, pero no hagamos nuestra vida de un recuerdo. Que la experiencia influya sin estorbar tu espacio, tu nueva oportunidad, tu instante. Porque a fin de cuentas, es exclusivamente es tuyo. Nos dieron los ojos para apreciarlo, examinarlo y meditarlo; el gusto para probarlo, saborearlo y desearlo; el oído para escucharlo, percibirlo, y atenderlo; y el tacto para padecerlo, experimentarlo y sentirlo. ¿Qué más podríamos pedir? Aún con idoneidad y destreza para hacerlo, el desprecio y la desvalorización superan cualquier expectativa, donde nace el rencor, la infidelidad, el resentimiento y la fobia. Nuestra mente se creó en planes de proyectar, planear. Por eso nos cuesta tanto vivir, porque aún no deducimos ni entendemos el prestigio y la magnitud del ahora, aunque tengamos las herramientas para hacerlo. 

La paz

Bajo un dulce manto de ardor, está ella. Sus labios carmesí estaban húmedos y encendidos en una cría sonrisa. La espuma tibia de su boca embellecía la noche, mientras su cuerpo danzaba entre los árboles y su mente revoloteaba trenzada a las estrellas. Sus ojos miel entre abiertos giraban en busca de nuevos planos y novicias figuras. Bajo una túnica seductora y regada en fervor, se mostró única ante la misma naturaleza. Mostrando su esencia en cuerpo y vida, germinando la misma atracción entre los seres epicúreos. Distintos colores, música y bailes lujuriosos. Y ella seguía bailando, equilibrando sus serenos movimientos con los plácidos compases que insaciablemente sonaban, en cualquier parte para su manso espíritu. Relajando presiones y así, distendiendo inquietudes. Creaba universos donde la calma reinaba, y la armonía oceánica gobernaba el alma. Enseñaba que todo existe y permanece si el ánima realmente lo anhela, que la materia y las sensaciones persisten y duran frente a cualquier tormenta, si la mente realmente lo desea.
La envidian, la quieren, la desean, pero inevitable la necesitan. Aún así jamás se esconde, jamás desaparece. Al pasar los años, se convirtió es la escultura más requerida, en el efecto más escaso y más solicitado. Nunca se niega, ni disimula, ni se contiene. Extiende sus brazos, y alza su mirada que tan angelical, cautiva y atrae a quien pase cerca suyo. Sin embargo, la gran mayoría no tiene el valor de adueñarse de ella. Será su tierna sonrisa, su cabello largo y su cintura diminuta. Será su delicado y endulzado rostro, su cuerpo voluptuoso o su baile tan sugestivo e incitador.
A pesar de los temporales, nunca presenciaras su ausencia por aquel bosque, donde bailará eternamente esperando a una gigante humanidad que por cobardía, jamás se atreverá a apropiarse de ella. 

La mente

La verdadera esencia de la subsistencia habita en las diferentes visiones de uno mismo. La mente se encarga de recrear los modelos de natulareza y jugar con la moral. El ánimo entra por nuestras pupilas. Los hechos simplemente están; el intelecto es quien los desafía, los evita o los privilegia. Los designios pueden unirse por conveniencia, o por lealtad. La mente es la fiel más poderosa, quien puede hundirnos o hacernos radiar. Puede ahogarnos en angustia o estallar de efervescencia. 
Lo que la mente llega a descifrar determina las reacciones, lo que cree intuir quizá termine de despedazar el resto de nuestra sensatez.
La realidad no es una, son muchos panoramas absorbiendo nuestras razones. Las ilusiones, las utopías, los deseos, el tacto. Lo que nuestro espíritu capta, es el mundo mismo. Lo que penetra a la deriva por nuestras retinas, es lo que la mente atrae sin argumentos ni moderación. Nos puede rasguñar el ingenio, o aspirar la energía. Es quien le da universos fijos a una idea, prescindiendo los aires saludables de forma autodestructiva. Desoírla es desperdiciar maravillas y ahorrar arrepentimientos. Es malgastar el atrevimiento, olvidar la audacia y la sabiduría. Es disfrutar tristemente de la estabilidad, perdiendo el temperamento de un extremo bien ejercitado.
El equilibrio intentó devorarse las emociones y percepciones durante infinitas temporadas. Y aún el límite del pensamiento es más fuerte. La exageración, la intensidad de los movimientos, las vivencias. El valor de un gesto, el peso de una mueca, del lenguaje visual. La naturaleza misma duerme en las observaciones propias.
El estilo, la circulación, la corriente, la tendencia, las vivencias, todo es arte. La mente es quien nos abre o cierra las puertas. Nos deja vivir cada minuto tras su respectiva maestría, o nos encierra en rutinas fabricadas por igual. La realidad no es una, ni el horizonte ni el futuro lo son. Todo está en las miradas, las visiones, la capacidad, la cultura, lo abstracto.