Era puro en aquella bestia encantadora.
Si bien el deseo ajeno era su mensualidad,
no representa incomunicación alguna.
Aquella salvaje e ignorante bruta,
necesitaba experimentar emociones de extraños.
Aún amaba, no obstante era intolerante a la seducción.
¡Pobre bárbara inconsciente! Era el premio del juego, entre infinitos rivales.
Como duele verla en brazos de la tentación.
¡Reina instintiva maquinal! Ya no eres más un capullo.
Mujer amante y consorte. Adonde mires, la encontraras.
Ojos color piélago, labios jergón de plumas.
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