miércoles, 24 de noviembre de 2010

Un instante

Cómo se aprenderán a describir situaciones que apenas podemos delinear con algunas palabras engorrosas. Encerrarnos en un mundo, una creación, un instante. Un cielo, un firmamento. La esencia de dos personas hecha una especie homogénea, que las órbitas pueden ver pero nunca tocar. Donde nadie puede tocarnos, ni herirnos. Encarcelados por nuestras propias emociones, y capturando cada porción de holgura. Casi absorbiendo la escasa fidelidad que hoy vemos niebla. Intercambiando azúcares y calores que van volviendo dóciles los labios, enardeciéndolos de pactos dulces y aguando las pupilas de conmoción. No es nada fácil dibujar una sensación de cohesión infinita, con rejas protectoras de clones foráneos. Donde somos invisibles a los ojos frívolos del mundo exterior. Engendrando muros que asolan la influencia y disuelven lentamente la tentación. Sin una palabra dejar que las manos disciernan y los besos descifren la amplitud y el volumen de cada sentimiento. Quizás no todos percibamos una misma realidad, quizá todos busquemos de diferentes formas el arte de vivir. Es complicado encontrar razones congruentes para explicar tan sólo un momento lujurioso. Sentir como un viento irreconocible barre mi alrededor, y aún estar firme en consistencia afectiva, sintiéndome predilecta y reina de sus sabores. Dama de sus idiomas y sedienta de sus placeres. Sorda a lo desconocido, y consentida. Cómoda en sus lágrimas, en la ligereza de su pulso.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.