miércoles, 24 de noviembre de 2010

Enfermedad

Un mundo entre ella y yo. La hemos personificado como si fuéramos pequeños descendientes de ella, hijos del hambre. Abrir los ojos entre el alba y tocarnos el estómago, quien nos grita manutención. Se desvive por un desayuno de resarcimiento y revancha; aún así preferimos torturarlo… torturarnos. ¿Cuántos infieren esta inseguridad? Pocos, unos pocos. Inexperimentados hipócritas, nos creen dementes. Sí estamos enfermos, pero no vesánicos.
Alzar la mirada húmeda en sugestión y observarnos. Examinarnos, imaginarnos, meditarnos. Vomitando desperfectos y deformidades, y estimando nuestras partes ásperas y óseas.
Que nuestro reloj vocifere apetito y aprendamos a ignorarlo. El arte de aprender a desconocer, a desechar y desoír cada bocado de secuelas atroces. Aptitud, estilo. Disposición a la imperfección y destreza a la inmovilidad. Técnica de tolerar y astucia de soportar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.